diciembre 1, 2015

Alimentación en el Escolar

Durante la época escolar el niño va a adquirir hábitos nutricionales que serán decisivos  en el comportamiento alimentario de la edad adulta. Las anormalidades que acarrea el aprendizaje de unos malos hábitos durante estos años son en muchos casos irreversibles y son precursores de muchas de las enfermedades que padecerá el individuo en su edad adulta. Es por ello que el mejor remedio para disminuir la incidencia de enfermedades ligadas a unas malas prácticas nutricionales es el aprendizaje de hábitos saludables.

Cuando empieza la escolarización, entre los 4 y 6 años , se produce un progresivo desarrollo psicomotor y social, siendo necesario promover en estos primeros años los conocimientos, potenciar las habilidades y destrezas, así como favorecer la adquisición de hábitos relacionados con una alimentación equilibrada, puesto que de alguna manera estas van a constituir normas de conducta que pueden perdurar en el tiempo. Esta fase se caracteriza por un crecimiento estable, por la madurez de órganos y sentidos, por la gran variabilidad individual en la actividad física y por el incremento de las influencias externas a la familia. A su vez, el desarrollo de las habilidades manipuladoras, hacen que el niño pueda comer solo, en un principio usando sus dedos, posteriormente la cuchara y hacia los 5 o 6 años el cuchillo.

Entre los 7 y 10 años, el ritmo de crecimiento es estable y continuado, la actividad física aumenta progresivamente y se desarrolla un estilo de comidas más independiente y lejos de la vigilancia de los padres.

Los niños entre los 11 y 14 años constituyen un grupo heterogéneo con distintos estadios de maduración. Existe un aumento del ritmo de crecimiento y un afán de imitación de los gustos, costumbres, y hábitos de los adultos.

 

ACTITUD ANTE LA ALIMENTACIÓN ESCOLAR

Durante las primeras etapas de la escolarización el estilo de comida varía del patrón del adulto  y de la época de lactante. A diferencia de los adultos los escolares son capaces de responder  a señales internas de apetito y saciedad y no a señales externas que tienen que ver con la hora de las comidas o lo que se debe comer en cada comida.

Esto hace que una de las características más comunes en relación con los hábitos alimentarios de los niños en sus primeros años de escolarización es el que la cantidad de alimento varíe muy considerablemente de unas comidas a otras, habiéndose observado la gran capacidad de estos para ajustar su ingestión en respuesta a la densidad energética de los alimentos.

En general, después de una gran comida le sigue otra pequeña y viceversa, Es recomendable servir porciones pequeñas y permitir que repitan.

En este tiempo la educación nutricional desde el ámbito familiar es necesaria para el desarrollo de hábitos saludables.

Crear un ambiente alimentario positivo, desde el punto de vista físico y afectivo, es tan importante como aportar la cantidad adecuada de nutrientes.

Un medio familiar estimulante favorecerá la estimulación de hábitos adecuados e incluso la adopción de pequeñas decisiones o elecciones en relación con la comida, de acuerdo con su etapa evolutiva.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN PARA ESCOLARES

PARA MEJORAR LAS DIETAS EN NIÑOS ESCOLARES SERÍA RECOMENDABLE:

–    Las preferencias y patrones alimentarios del niño escolar estarán condicionados por los hábitos y creencias de los padres. Toda la familia debe implicarse en la práctica de los buenos hábitos alimentarios.
–    Se aconseja realizar 3 comidas principales y 3-2 secundarias. El horario de las comidas del niño debe adaptarse al horario de la comida familiar, enseñándole a comer despacio y sin distracciones (televisión, videojuegos, etc.). Debe establecerse un horario regular, teniendo especial importancia en el desayuno y el resto de las comidas bien organizadas para conseguir alcanzar los requerimientos energéticos diarios.
–    Hay que acostumbrarle a hacer caso de su sensación de saciedad. No debe quedarse con hambre, tiene que estar satisfecho, pero no demasiado lleno.
–    Planificar una dieta variada, atendiendo a la calidad  más que a la cantidad de los alimentos.
–    Disminuir el aporte de proteínas animales, especialmente carne y potenciar el consumo de pescado, cereales y legumbres. En el desayuno es muy recomendable la combinación de leche y pan.
–    Reducir la ingesta de grasas saturadas y colesterol evitando el consumo de grasa visible en la carne, disminuyendo el consumo de huevos, de bollería industrial y de margarina y aumentar la ingesta de pescados como fuente principal de omega 3, y recomendando el uso de aceite de oliva principalmente virgen por su aporte de antioxidantes, el consumo de frutos secos naturales,
–    Incrementar el aporte de fibra de origen natural con frutas y verduras, cereales y legumbres.
–    Asegurar una ingesta de lácteos suficiente para cubrir las recomendaciones de calcio en las distintas edades.
–    Rebajar el consumo de azúcar refinado y procesado, limitando el consumo de golosinas e incrementar la utilización de cereales no azucarados. Tratar que las comidas “especiales” en relación a eventos sociales, constituyan la excepción y no la regla.
–    Disminuir el consumo de sal evitando el salero en la mesa y el consumo de aperitivos, salsas y precocinados.
–    Modificar los hábitos en cuanto a alimentos basura y plantear los aportes nutricionales de las comidas rápidas, favoreciendo el consumo de frutas y lácteos (yogur) así como pequeños bocadillos y preparados en casa (jamón, queso, etc.) debiendo evitar el picoteo entre horas, sobre todo si se trata de alimentos ricos en azúcares y grasas
–    Utilizar agua como bebida, en lugar de zumos artificiales, refrescos dulces y bebidas carbonatadas